Crisis madurativas: La crisis de los 2 años

Ser padre/madre es como conducir en una montaña rusa emocional sin cinturón de seguridad

Group Of Classmates Who Smile And Hug Each Other.

Cuando recién estrenamos nuestra maternidad o paternidad, lo hacemos creyendo que la etapa más difícil son esos primeros momentos de llegada a casa con nuestro bebé, donde nos enfrentamos a noches sin dormir, la incertidumbre cuando llora y no sabemos qué le pasa o cómo ayudarle, la lactancia, la conciliación con la vuelta al trabajo…

Afrontamos los cambios que suceden en nuestro cuerpo y nuestra rutina desde el amor, la entrega y, por qué no decirlo, el instinto de supervivencia que nos hace ir superando días que creímos no seríamos capaces de resistir.

Pero adentrarse en el rol de padre o madre implica muchas cosas, durante mucho más tiempo que esos primeros meses. Muchas maravillosas, que desafían nuestros esquemas preestablecidos, nuestros límites, que nos enseñan y que nos obligan a flexibilizar lo que creíamos saber sobre nosotros y, ¡oh sorpresa! ¡También sobre nuestros hijos e hijas!

Porque cuando pensamos que ya los conocemos, que hemos establecido un entendimiento sobre cómo son nuestros menores, su carácter, sus hábitos, qué les gusta y qué los pone nerviosos, de pronto, un día, descubrimos que lo que sabíamos no funciona, que cambian sus reacciones, sus hábitos y preferencias.

¿QUÉ HA PASADO? Hablemos hoy de las CRISIS EVOLUTIVAS

Nos vamos a saltar las crisis de la lactancia. Si alguien está leyendo esto y siente que es lo que necesita justo ahora, os invito a pasar por el blog de https://albalactanciamaterna.org/. Os aseguro que salvó gran parte de mi lactancia y las 200 dudas e inseguridades que surgen en ese proceso.

En este post nos vamos a centrar en las crisis madurativas que forman parte del desarrollo evolutivo normal de los menores.

Equilibrio madre-hijo

LA CRISIS DE LOS 2 AÑOS

Alrededor de los 2 años de vida de los niños y niñas aparece una de las primeras crisis evolutivas. Esto es una consecuencia de la adquisición de una serie de habilidades que antes no poseían, tales como el inicio de la marcha independiente y la aparición del lenguaje, que marcan un antes y un después en la vida de nuestros pequeños. Son más conscientes de su persona como un ente diferenciado del otro, por lo que empiezan a demandar una mayor autonomía.

Los peques que se encuentran en esta etapa habitualmente presentan las siguientes características:

  • Quieren descubrir el mundo de forma independiente, empiezan a querer hacer las cosas “yo solo”.
  • Se quejan constantemente de las órdenes de los adultos.
  • Intentan poner a prueba los límites que les marcan los adultos.
  • El “no” se vuelve su respuesta favorita.
  • Aparecen las rabietas para indicar qué quieren y qué no.
  • No comprenden ni saben gestionar sus propias emociones.

 

Todo esto es un proceso sano y necesario. Pero a su vez conlleva unas emociones y desafíos que aún no saben ni pueden gestionar adecuadamente. Será función de nosotros, como adultos, ayudarlos a evolucionar de forma exitosa y saludable frente a estos comportamientos y sentimientos.

Algunos tips que te pueden ayudar a manejar esta crisis evolutiva son:

  • Se empático y paciente. Entiende que no hace lo que hace por maldad o por fastidiar. Se está descubriendo y está explorando sus límites y nuevas capacidades.
  • Trabaja la comunicación con tu hijo/a cuando esté tranquilo/a. Cuando están hiperactivados (al igual que nos pasa a nosotros) su capacidad de escucha y razonamiento está bajo mínimos. En ese momento no se trata de que razonen ni entiendan, sino de que se regulen emocionalmente. Intentar forzar una conducta racional en ese momento no es más que otro estresor y fuente de frustración que no pueden atender.
  • Establece hábitos y rutinas para aportarles seguridad. Como decíamos, se están enfrentando a muchos cambios internos y están constantemente explorando sus nuevas competencias. Una rutina ordenada y previsible reduce las fuentes de incertidumbre y les permite saber qué pueden esperar.
  • Trabaja tu propia gestión emocional. Obviamente somos humanos, no máquinas de crianza, por lo que no todos los días tenemos la misma paciencia ni siempre tendremos la respuesta correcta. Manejar nuestras emociones y nuestra frustración será clave para poder acompañar a nuestros menores en su desarrollo emocional.
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  • Marca límites y normas firmes, pero de forma respetuosa. Igual que exploran, desafían también esos límites y normas establecidas. Es su manera de diferenciar su yo, conocer su capacidad de producir cambios en su entorno y en los demás. Esto será muy útil en su desarrollo como persona, pero es también una tensión permanente. Estar constantemente en lucha por conseguir un poco más es agotador y estresante. Si hay límites que saben que no pueden traspasar, creamos un entorno más seguro y predecible. Aunque no lo creamos, aunque se quejen, es mucho más sano y equilibrado crecer con ciertas normas preestablecidas.

 

No obstante, si detectas que se agravan las dificultades para tolerar la frustración, las rabietas se acentúan, los momentos cotidianos (tales como las comidas o la hora de vestirse) son fuentes constantes de conflicto, ven a vernos.

En INSIGHT podemos ayudarte a identificar las emociones de tus hijos e hijas y a validarlas, así como a comprender el porqué de sus comportamientos. Juntos también podemos trabajar para analizar qué límites y normas son convenientes mantener, así como los hábitos y rutinas que pueden contribuir a que los niños y niñas se sientan seguros; también a valorar cuándo y cómo es interesante flexibilizar. Y lógicamente, podemos ayudarte en tu propia gestión emocional, tus miedos e inseguridades.

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