Cómo sobrevivir al verano con niños y tener ganas de más

Diseño sin título

Llega el verano, los niños felices, las notas… bueno, ¡las que sean pero ya pasaron! Celebramos el curso que ha terminado, aparcamos las gestiones para el curso que viene (ya pensaremos en materiales, extraescolares…), porque por fin nuestros niños y niñas están de vacaciones.

Según las circunstancias de cada casa, hemos organizado campus, abuelos u otros cuidadores, playa/piscina/manguera… los más organizados y motivados habremos pensado en puzles, cuadernos de actividades, manualidades, recetas de cocina, etc. para tenerlos entretenidos en todas esas horas libres que vienen.

Y ha pasado junio, hemos sobrevivido a julio, con suerte habremos tenido alguna escapada  o tiempo de vacaciones en los que cambiar de aires y que todos tengamos un intervalo que rompa la rutina. Pero señores, ¡aún estamos en agosto! Y nuestras actividades se las han ventilado en 2 días, o no les han interesado en absoluto ¡y ahí se han quedado! Ya hemos perdido la paciencia más veces de las que nos gustaría reconocer, ellos han repetido 500 veces aquello de «me aburro» o «no sé a qué jugar», han usado más pantallas de las que nos prometimos en aquel lejano embarazo que íbamos a dar a nuestros niños… Y ya estés trabajando o en casa con ellos, en tu ciudad o en destino vacacional, vayas a empezar ahora tus vacaciones o hayan terminado, tengas un hijo o cinco, ser padres y madres en verano nos trae mucho bueno y también mucho desafío. Quizás no se trata tanto de cómo llenar el tiempo de nuestros menores, sino de cómo sobrevivir al verano con hijos y seguir teniendo ganas de más después de estos dos meses y medio con ellos. Aquí os dejamos algunas ideas:

1. ELIMINA LA CULPA Y BAJA ESA AUTOEXIGENCIA

No eres mala madre o mal padre por querer tiempo para ti. Cuidar al cuidador se ha convertido en una especialidad dentro de nuestra profesión por algo: se nos olvida cuidar de nosotros para poder seguir cuidando. Si no lo estás haciendo tan bien como esperabas te diré una cosa: es normal, nos pasa a todas, eres humana y eso es maravilloso. Y de esto nuestros hijos también aprenderán: a cómo gestionar los errores, la frustración, la imperfección. Aprende, respira, sigue adelante y dales todos los besos y abrazos del mundo (¡en algún momento te van a decir pesada de todos modos!).

2. SI TIENES LA OPCIÓN, PIDE AYUDA. LOS NIÑOS SE CRÍAN MEJOR EN TRIBU

Si hay algún familiar, amistad, progenitor de otro niño con el que hacer un trueque, hazlo. Aunque tengas tiempo libre, aunque estés disponible… muchas veces solo nos permitimos pedir ayuda para lo obligatorio, y parece que nuestro descanso y ocio nunca entra en esa categoría de necesario. Si no tienes mucha red de apoyo cerca o disponible, otras ideas pueden ser campus o clubs deportivos de verano (aunque estés de descanso, sí, no pasa nada, allí lo que hacen es jugar y hacer deporte, no los estás dejando en la cárcel), talleres, mini-club de hoteles y centros comerciales, etc. Se trata de encontrar un ratito, aunque sea breve, en el que ellos están entretenidos y tú puedes respirar solo para ti.

3. NO ERES SU ANIMADOR/A SOCIOCULTURAL. PIERDE EL MIEDO A QUE SE ABURRAN

Lo habrás oído mil veces pero aún así voy a repetirlo: para crear es necesario cierto vacío, silencio… en ese vacío tienen posibilidad de inventar, crear, desacelerar y calmar la necesidad de estimulación constante. Sí, ¡yo también tengo un niño y sé que muchas veces no inventan nada bueno! Y aun así es necesario y saludable.

4. CONVIERTE LAS PANTALLAS EN UN MOMENTO COMPARTIDO

Si te preocupa el tiempo que pasan con la tele, móvil, tablet o videojuego, ¡bienvenido a la paternidad moderna! Las pantallas están presentes en prácticamente todos los ámbitos en los que nos movemos actualmente, en gran medida porque nosotros los adultos las llevamos con nosotros. Limitar el uso de las pantallas es especialmente importante cuando tienen todo el día disponible, porque corremos el riesgo de que invadan todo su verano. 

Este tema tiene mucho que abordar y lo dejaremos para futuros post, pero por ahora quiero al menos dejar un par de ideas. Es importante que pongamos algún límite de lo que vamos a asumir en estos meses de verano, sin fustigarte, de forma realista con tu situación y hábitos en casa. Debería ser un límite para menores y adultos. 

Una forma de que parte de ese tiempo sea controlado en su contenido, compartido y social, es compartirlo con ellos, ya sea eligiendo juntos el programa que vamos a ver (¡aunque por edades Bluey no sea tu serie favorita!), jugando juntos a un videojuego o enseñándonos lo que hemos visto en internet y nos ha parecido interesante. Una vez visto, soltamos el móvil o apagamos la tele y podemos comentarlo fuera del mundo virtual.

5. FLEXIBILIZA

Salvo excepciones, es poco realista esperar que los niños sigan las mismas rutinas y los mismos horarios ahora que durante el curso. No pasa nada, ya habrá momento para retomarlas. Esto es aplicable a horarios, comidas, uso de entretenimientos varios… 

Recuerda: deja atrás la culpa; si te tratas mejor, te sentirás mejor y eso no solo te beneficia a ti, sino también a los que conviven contigo. Es una época del año en la que las horas de sol, las temperaturas y el ritmo general hace que los días se alarguen, no todos los días tenemos el mismo apetito, las mismas ganas de salir y socializar, el mismo sueño… Tengamos en mente que son personas, con las mismas oscilaciones y cambios de humor y necesidades que nosotros, no pretendamos que sean máquinas que respondan siempre a nuestro calendario establecido.

6. DISFRUTA DE ELLOS. NO LO OLVIDES

¿Cuántas veces durante el año echas de menos tener tiempo para estar con ellos sin tantas prisas? Sin horarios de sueño, cole, actividades varias, trabajos pendientes… Ahora es el momento. Aparca el móvil y tu idea de cómo deberían ser las cosas. Tírate en la alfombra, o en la arena, haz un agujero en el que quepas tú si te pones, ignora ese pensamiento de pereza. Te sorprenderá la de cosas que pueden disfrutarse cuando uno las hace en lugar de pensar en hacerlas. Párate a mirarlos, piensa en cómo serías tú a esa edad (no a la que tienes ahora) y recuerda lo rápido que han pasado las etapas vividas hasta llegar al día de hoy. Y aprovecha ese momento. Sin ideas preestablecidas de cómo debería ser tu hijo o hija y cómo deberías ser tú.

Para terminar, solo un recordatorio. Algún día no van a querer jugar contigo en la arena ni en la alfombra. No van a pedir que duermas con ellos ni les ayudes a vestirse. Volverás a tener tiempo para ti, a tener la casa ordenada y no habrá juguetes hasta en el horno… y echarás mucho de menos ese caos que ahora resulta tan agotador. Tienes derecho a ese agotamiento, pero no te pierdas este momento por la frustración de lo que no es como pensaste.

Si te ha gustado, te invito a compartirlo