Imagina que vas andando por la calle, es de noche, no hay nadie y vas pensando en tus cosas, escuchando música o disfrutando de las sensaciones que te ha dejado la velada de hoy. De pronto escuchas un ruido a tu espalda, te giras y no ves a nadie, sigues andando y el ruido vuelve a repetirse. No parece haber nadie pero desde este momento te notas en alerta, tus sentidos se agudizan, tu corazón late con más fuerza y buscas algún elemento de seguridad para tener a mano (el móvil, las llaves de casa o del coche…).
¿Qué ha sucedido?
Se ha activado tu sistema de defensa ante el peligro. Es una respuesta natural del cuerpo ante situaciones de amenaza o presión, ya sea esta real o imaginaria, presente o futura. De una u otra forma, esta respuesta existe en todas las especies. La evolución de nuestro cerebro ha hecho que este mecanismo de alerta se active en multitud de escenarios diferentes. Ya no hace falta ver venir un tigre, nos basta con recordar al tigre o pensar en la remota posibilidad de que aparezca.
Es decir, nuestra capacidad para trabajar con pensamientos abstractos, para anticiparnos al futuro, nos ha traído muchas ventajas evolutivas, pero también el reto de manejar nuestra anticipación ansiosa y la dificultad para discriminar lo que es real de lo que es fruto de nuestros miedos e inseguridades, lo que es importante de lo que no lo es tanto.
En definitiva, entender que la ansiedad es una respuesta natural del cuerpo ante situaciones de amenaza o presión, pero cuando se vuelve crónica o excesivamente intensa, puede afectar negativamente nuestra salud física y mental e interferir con nuestras actividades diarias.
Vamos a ver cómo identificar la ansiedad, sus efectos y las causas más frecuentes.
¿Qué es la Ansiedad?
Como hemos dicho, la ansiedad es una respuesta emocional adaptativa ante un estímulo percibido como peligroso o amenazante. Se caracteriza por respuestas físicas, cognitivas, motoras y emocionales. Aunque todos experimentamos ansiedad en algún momento, especialmente ante situaciones nuevas o desafiantes, cuando se vuelve excesiva y persistente empezamos a hablar de ansiedad propiamente dicha, no como respuesta puntual sino como un estado o sintomatología con entidad propia.
Síntomas de la Ansiedad
Es importante entender que los síntomas de ansiedad pueden ser muy diversos y varían de una persona a otra, e incluso de un momento a otro en la misma persona. Poder identificar tus síntomas de ansiedad más habituales ayudará a para manejarlos de manera efectiva. Veamos algunos de los síntomas más comunes en lo que llamamos el TRIPLE SISTEMA DE RESPUESTA:
- FÍSICO:
- Fatiga: La combinación de síntomas físicos y emocionales puede hacer que la persona se sienta constantemente cansada a pesar de descansar lo suficiente.
- Aceleración del Ritmo Cardíaco: La ansiedad activa la respuesta de «lucha o huida» del cuerpo, lo que puede provocar palpitaciones o un aumento significativo en la frecuencia cardíaca.
- Tensión muscular: Dolor o rigidez muscular, especialmente en la espalda, cuello y hombros.
- Sudoración Excesiva: El sistema nervioso se activa, lo que puede provocar sudoración incluso en situaciones donde no es habitual, como en reposo o en climas fríos.
- Molestias Gastrointestinales: Aparecen síntomas como náuseas, diarrea, o molestias estomacales.
- Problemas de sueño: Dificultad para conciliar el sueño, mantenerse dormido o descansar adecuadamente.
- COGNITIVO
- Preocupación excesiva, con pensamientos recurrentes y difíciles de controlar. Esta preocupación suele ser desproporcionada en relación con la realidad de la situación.
- Miedo Intenso: En algunos casos, la ansiedad se manifiesta como un miedo intenso y persistente, incluso cuando no hay una amenaza real presente. Este miedo puede ser irracional pero difícil de controlar.
- Pensamientos negativos sobre uno mismo, el futuro, los pensamientos y opiniones de los demás.
- Dificultad para concentrarse: Problemas para mantener la atención o recordar cosas. La ansiedad puede hacer que sea difícil enfocarse en tareas cotidianas, ya que la mente está constantemente distraída por pensamientos ansiosos.
- Sensación general de descontrol: Muchas personas describen la ansiedad como una sensación de que «algo está mal» o «todo está fuera de control», lo que puede llevar a una sensación generalizada de ahogo emocional.
- MOTOR:
- Inquietud: Dificultad para estar quieto, con un sentimiento constante de nerviosismo o agitación. Las personas con ansiedad suelen sentirse constantemente en alerta, como si algo malo fuera a suceder. Esta sensación de inquietud puede dificultar la relajación y el descanso.
- Conductas más impulsivas, mayor irritabilidad y pérdida de paciencia.
- Repeticiones y comprobaciones.
- Aumento de conductas adictivas: fumar más, beber más, comer de forma impulsiva o descontrolada.
Causas Comunes de Ansiedad
Las causas pueden ser variadas y a menudo resultan de una combinación de factores biológicos, psicológicos y ambientales. Puede haber cierta predisposición biológica, una historia de aprendizaje o un desencadenante situacional.
Factores Biológicos
- Genética: La predisposición a la ansiedad puede ser hereditaria. Si tienes familiares cercanos que sufren de ansiedad, es más probable que tú también experimentes este trastorno.
- Desequilibrios Químicos en el Cerebro: Los neurotransmisores como la serotonina y la dopamina juegan un papel crucial en la regulación del estado de ánimo. Un desequilibrio en estos químicos puede contribuir a la ansiedad.
- Hormonas: Cambios hormonales, como los que ocurren durante la pubertad, el embarazo, o la menopausia, desequilibrio en las hormonas tiroideas… pueden desencadenar o agravar la ansiedad.
Factores Psicológicos
- Experiencias Traumáticas: Eventos traumáticos en la vida, como la pérdida de un ser querido, accidentes, o abusos, pueden dejar cicatrices emocionales profundas y contribuir al desarrollo de trastornos de ansiedad.
- Personalidad: Algunas personas son naturalmente más propensas a la ansiedad debido a rasgos de personalidad como el perfeccionismo, la baja autoestima, o la tendencia a preocuparse en exceso.
- Estrés Crónico: El estrés prolongado en el trabajo, la escuela, o en relaciones personales puede acumularse y convertirse en ansiedad crónica.
Factores Ambientales
- Eventos de la Vida: Grandes cambios en la vida, como mudanzas, divorcios, o la pérdida de un empleo, pueden desencadenar ansiedad. Incluso eventos positivos, como casarse o tener un hijo, pueden ser estresantes y provocar ansiedad.
- Presión Social y Cultural: Las expectativas sociales y culturales también pueden ser una fuente de ansiedad. La presión por cumplir con ciertos estándares de éxito o comportamiento puede generar un estrés significativo.
- Condiciones de Salud: Tener una enfermedad crónica o enfrentar problemas de salud graves puede causar una ansiedad considerable debido a la incertidumbre y el malestar físico.
- Problemas personales: Conflictos en relaciones, problemas financieros, percepción de falta de apoyo social…
Conclusión
En definitiva, la ansiedad es una parte natural de la vida, pero cuando se vuelve excesivamente intensa o duradera, cuando nos afecta en distintas parcelas de nuestra vida y nos resta bienestar, es importante tomar medidas para manejarla adecuadamente.
Con las estrategias adecuadas y, si es necesario, la ayuda profesional, es posible vivir una vida plena y satisfactoria a pesar de la ansiedad. Recuerda que no estás solo en esta lucha y que hay recursos disponibles para ayudarte en el camino hacia el bienestar.